lunes, julio 31, 2006

lunes

Escrito por pablo @ 1:43 p. m.


Me costo despertarme, el frío hace que los movimiento sean lentos. Caminamos en pausas. Suena el despertador, y en los últimos 10 minutos de descanso tengo un sueño por demás extraño. Vamos con el amigo M. por la calle, yendo en coche por alguna calle de San Telmo, para el lado de Plaza de Mayo. Es un auto viejo, como si fuera un siam di tella pero modernizado. M. jamás conduciría un auto por otro lado, pero aquí se lo ve contento al volante, conduciendo. Y un agregado más las calles están completamente cubiertas de agua, y la lluvia es incesante. Finalmente dialogamos de la persona que era dueña del auto, un amigo nuestro. De como se lo compro, y que antes tenía una pequeña camioneta, como una f100. Seguimos el recorrido, cada vez más cerca de la Plaza de Mayo. M. me esta alcanzando a una estación de subte para que no llegue tan tarde al trabajo nuevamente, y apura la marcha. Llegamos a una estación, que bien podría ser la de diagonal norte, pero se llama "steppard" o un nombre tan ridículamente raro como ese. Bajo rápido, pero todo esta inundado, hay agua que llega hasta los primeros escalones de la abertura de la estación. Por la tanto enfilo hacía otra boca del subte, rápidamente me sumerjo entre la gente para llegar a comprar mi pasaje. Luego bajando hacía los molinetes una persona, un joven, un señor, que sube las escaleras toma mi bolso. A lo que respondo gritando "el señor que tiene la campera roja robo mi bolso" por un momento intercambio miradas desde el pasillo de abajo, y dudo de que sea mi bolso, pero si es mi bolso. Corro subiendo las escaleras, pero el ya esta huyendo. El señor sigue huyendo mientras todos lo observan, y escuchan mis gritos. Que no son desesperados, son simplemente gritos a la nada. Después me acerco a dos policías con caras muy particulares a decirles porque no hacen algo al respecto. Y por supuesto no me contestan siguen hablando ubicados de lado de las cabinas de venta de pasajes. Sigue hablándoles, esta vez más entonado, y responden con mayores incoherencias. Luego me despierto. Y finaliza mi sueño. Pero se que si me roban un bolso creo que nunca saldría gritando, y creo que nunca le hablaría a un policía. Aunque tal vez todo esto sea cierto.


martes, julio 18, 2006

al fin ha llegado

Escrito por pablo @ 3:02 p. m.




Paro la lluvia, que fue mucha. Sale de nuevo el sol, y ya es martes. Los días, el tiempo imparable como siempre, pero ya acostumbrado y entregado a ese devenir. Pero es a pesar de todo para mi un buen día porque después de mucho tiempo pude conseguir la novela Los detectives Salvajes de Bolaño. Esta agotadisima, y recién el mes anterior se ha reeditado. Desde el verano que la estoy buscando y buscando, me conforme con 2666, que es un gran libro (no lo digo por la cantidad de hojas). Pero todo el mundo ya me ha dicho que este es mucho, pero mucho mejor. La sensación que tuve cuando leia 2666 era que Bolaños escribía como si alguién, o algo, le dictase palabra por palabra y así iba construyendo frases perfectas, oraciones que se deslizan con facilidad y precisión. Diría sobre todo eso, lo que tiene es esa precisión, esa perfección que no todos los escritores tienen. Bueno cada quien debera tener su modelo de perfección, yo no lo tengo claro, pero cuando leí 2666 la mayoría del tiempo que paraba a pensar sobre lo que leia pensaba esta escrito perfecto. A pesar de que es una novela despareja, probablemente porque no fue editada por él y esta sin una corrección final del autor. Y eso se nota. Sin embargo la mayoría de los tramos la historia es de lo más llevadera. Con personajes a veces desiguales entre sí, pero complmentarios. Bueno, ahora les recomiendo, vayan a buscar ese Los detectives salvajes que ya lo comence a leer, y estoy en su mundo, y vale la pena.


miércoles, julio 12, 2006

volver a casa

Escrito por pablo @ 12:50 p. m.


Siempre me gusto el nombre de la revista "Nunca nunca quisiera irme a casa". Creo que era así, o por lo menos así la recuerdo. En ese momento lo comente con una amiga y los dos estábamos de acuerdo que era hermoso, era una evocación al viaje y tal vez a esa sensación de adolescente donde uno quiere seguir eternamente dando vueltas con sus amigos y amigas, y la vuelta al hogar se vuelve el fin de ese emprendimiento. Tal vez. Hoy tengo casa propia, o debería decir hogar para ser más técnico. Este pequeño hogar en la red virtual estuvo abandonado mucho tiempo y no sé si seguirá así. Ahora tengo también acceso a internet todos los días, así se pueden volcar las palabras aquí más fácil. Igual todavía no he conectado el modem, cosas así suceden, una pequeña lista de actividades pendientes, que a veces evito hacerla para no castigarme por los asuntos pendientes, que ya son varios. Por ejemplo que todavía no me conseguí una mesa y como en una "telemesita" y usamos unas sillas que fueron encontradas por un amigo en la calle. Así se va armando el hogar, muy de a poco. Es que a veces, el trabajo deja pocas energías para seguir buscando las cosas que hacen falta. Es ese dilema. Del multitudo. A propósito empecé a leer o re-leer, o a leer medio disperso Imperio, que lo tengo de casualidad en mi mesa de luz. Y he descubierto que las conclusiones que colocan al final de los capítulos son hermosas. Especialmente el apartado final con el título "el militante". Ayuda a sobrellevar los tiempos que corren. Donde el trabajo ha mutado y las técnicas de dominación son tan eficientes que nos hacen sentir la pura impotencia. Pero tal vez, solo tal vez... hay que responder, a una amiga que me dice "yo estoy descreída..." ante mi ofrecimiento de leer el libro "tiempo de violencia y utopía" de Oscar Anzorena (que por cierto me encantó, y fue la primera vez que accedí a una visión de esa época que explique la “estructura sentimental” de esos militantes, principalmente peronistas, protagonistas de la historia) me responde "la revolución en la Argentina es imposible, pensá en otros lugares más chicos, pero este es un país muy grande". Y es que tal vez, no sé trate de evitar tentarse con la verborragia revolucionaria, sino que querer cambiar el estado de las cosas es simplemente inevitable, porque simplemente queremos vivir mejor. Y así va ser entonces. ¡avanti compagnie!.